LUIS MACHÍ

Son muy pocos, cada vez menos, los artesanos del soplado; en España se cuentan con los dedos de una mano. Pero solo uno tiene su propia fórmula del vidrio. Se trata de Luis Machí. Este albaceteño de adopción estudió Bellas Artes en Barcelona y encontró en el fuego y el vidrio el vehículo para dar forma a sus inclinaciones, que, asegura, tienen más que ver con la curiosidad, la investigación y la diversión que con el arte.

 Después de muchos años ganándose la vida con el fusing, una técnica alternativa a la vidriera emplomada, se atrevió a dar el salto al vidrio soplado, su gran pasión. Pero se encontró con el obstáculo del coste del proceso y de la materia prima, cuyo secreto tienen muy pocos fabricantes en el mundo. Decidió entonces lanzarse a la insensata aventura de fabricar su propio vidrio. Y contra todo pronóstico, cuando casi había tirado la toalla, dio con una fórmula estable, sobre la que lleva varios años haciendo variaciones y que, dice, es una de las mejores del mundo.

 Con ese vidrio de excelente calidad que mezcla con sus propios colores, y con toda una serie de artilugios inventados también por él para darle forma, Machi realiza en su taller albaceteño, Murano manchego de bolsillo, unas originalísimas piezas, entre las que destacan sus lámparas.

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