PLATO DE CERÁMICA DE MANISES CON AVE Y LETRA GÓTICA

295,00 €

Plato de cerámica realizada en torno de alfarero, pintado a mano alzada y cocido con la técnica de loza dorada hispano-musulmana.

La técnica de loza de reflejo metálico es compleja, ya que requiere tres cocciones. La primera, para obtener el bizcochado; la segunda, para cocer el esmalte estannífero blanco que sirve de fondo (u otros esmaltes como el azul cobalto); la tercera para obtener el reflejo metálico, gracias a un pigmento elaborado con sulfato de plata, cobre y bermellón o mercurio, emulsionados con óxido de hierro y disueltos en vinagre. Esta técnica, cuyo origen es aún discutido, existía en los califatos de Damasco y Bagdad en los siglos VIII y IX, en cuya corte fue muy apreciada por su refinamiento y brillo. En el siglo XIII se tiene constancia de su producción en las ciudades de Málaga y Murcia.

A principios del S. XIV Don Pedro Boil (IV señor de Manises) se preocupó porque los alfares de su señorío trabajaran con esta entonces "novedosa" técnica, posiblemente mediante la incorporación de artesanos ceramistas venidos del reino nazarí de Granada, lo que provocó una considerable mejora cualitativa de la producción.

Siendo los primeros artífices de loza dorada en Manises en su mayoría mudéjares, se comprende que en su producción se entrecruzaran aspectos formales y decorativos de ambas culturas.

De esta síntesis surgió una cerámica de gran originalidad, que cautivó a las cortes europeas y a las clases sociales con mayor poder adquisitivo por el exotismo y la magnificencia de sus decoraciones, que en muchos casos incluyeron -previo encargo- sus escudos nobiliarios. La loza dorada de Manises alcanzó su máximo apogeo durante el S. XV coincidiendo con el auge cultural y económico de la ciudad de Valencia, cuyo importante puerto facilitaba su exportación.

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Plato de cerámica realizada en torno de alfarero, pintado a mano alzada y cocido con la técnica de loza dorada hispano-musulmana.

La técnica de loza de reflejo metálico es compleja, ya que requiere tres cocciones. La primera, para obtener el bizcochado; la segunda, para cocer el esmalte estannífero blanco que sirve de fondo (u otros esmaltes como el azul cobalto); la tercera para obtener el reflejo metálico, gracias a un pigmento elaborado con sulfato de plata, cobre y bermellón o mercurio, emulsionados con óxido de hierro y disueltos en vinagre. Esta técnica, cuyo origen es aún discutido, existía en los califatos de Damasco y Bagdad en los siglos VIII y IX, en cuya corte fue muy apreciada por su refinamiento y brillo. En el siglo XIII se tiene constancia de su producción en las ciudades de Málaga y Murcia.

A principios del S. XIV Don Pedro Boil (IV señor de Manises) se preocupó porque los alfares de su señorío trabajaran con esta entonces "novedosa" técnica, posiblemente mediante la incorporación de artesanos ceramistas venidos del reino nazarí de Granada, lo que provocó una considerable mejora cualitativa de la producción.

Siendo los primeros artífices de loza dorada en Manises en su mayoría mudéjares, se comprende que en su producción se entrecruzaran aspectos formales y decorativos de ambas culturas.

De esta síntesis surgió una cerámica de gran originalidad, que cautivó a las cortes europeas y a las clases sociales con mayor poder adquisitivo por el exotismo y la magnificencia de sus decoraciones, que en muchos casos incluyeron -previo encargo- sus escudos nobiliarios. La loza dorada de Manises alcanzó su máximo apogeo durante el S. XV coincidiendo con el auge cultural y económico de la ciudad de Valencia, cuyo importante puerto facilitaba su exportación.

Plato de cerámica realizada en torno de alfarero, pintado a mano alzada y cocido con la técnica de loza dorada hispano-musulmana.

La técnica de loza de reflejo metálico es compleja, ya que requiere tres cocciones. La primera, para obtener el bizcochado; la segunda, para cocer el esmalte estannífero blanco que sirve de fondo (u otros esmaltes como el azul cobalto); la tercera para obtener el reflejo metálico, gracias a un pigmento elaborado con sulfato de plata, cobre y bermellón o mercurio, emulsionados con óxido de hierro y disueltos en vinagre. Esta técnica, cuyo origen es aún discutido, existía en los califatos de Damasco y Bagdad en los siglos VIII y IX, en cuya corte fue muy apreciada por su refinamiento y brillo. En el siglo XIII se tiene constancia de su producción en las ciudades de Málaga y Murcia.

A principios del S. XIV Don Pedro Boil (IV señor de Manises) se preocupó porque los alfares de su señorío trabajaran con esta entonces "novedosa" técnica, posiblemente mediante la incorporación de artesanos ceramistas venidos del reino nazarí de Granada, lo que provocó una considerable mejora cualitativa de la producción.

Siendo los primeros artífices de loza dorada en Manises en su mayoría mudéjares, se comprende que en su producción se entrecruzaran aspectos formales y decorativos de ambas culturas.

De esta síntesis surgió una cerámica de gran originalidad, que cautivó a las cortes europeas y a las clases sociales con mayor poder adquisitivo por el exotismo y la magnificencia de sus decoraciones, que en muchos casos incluyeron -previo encargo- sus escudos nobiliarios. La loza dorada de Manises alcanzó su máximo apogeo durante el S. XV coincidiendo con el auge cultural y económico de la ciudad de Valencia, cuyo importante puerto facilitaba su exportación.

Artesano:

Arturo Mora

Cuidados:

Únicamente lavado a mano.

Dimensiones:

Diámetro 40cm

Alto: 3cm

Técnica utilizada:

Reflejo metálico

Materiales:

Cerámica y esmaltes.

Observaciones:

Uso decorativo

No apto para uso alimentario

Tiempo de envío:

Este producto artesanal se realiza a mano bajo pedido y su plazo estimado de elaboración es de 3 semanas. Para obtener más información sobre la disponibilidad actual de existencias, por favor comuníquese con info@contemporaneadeartesyoficios.com